A raíz del COVID-19, muchas industrias han sufrido perturbaciones en su economía y su mercado laboral. La escasez de mano de obra previa a la pandemia no ha hecho más que expandirse, creando desafíos para las empresas manufactureras de todos los tamaños. La dificultad de encontrar trabajadores cualificados es ahora una realidad global que, en consecuencia, genera retrasos masivos y limita el crecimiento de las empresas.
La innovación podría impulsar a la industria manufacturera hacia un punto solo alcanzable si la situación actual no lo hubiera forzado, una fábrica completamente autónoma donde los materiales entran por un lado y las piezas fabricadas salen por el otro.
Tres elementos son fundamentales para lograr la fábrica del futuro: la robótica, la fabricación aditiva y la inteligencia artificial. Algunas industrias ya han dado un paso hacia el futuro aprovechando el poder de las tecnologías de fabricación más avanzadas como puede ser la fabricación aditiva. Un nuevo concepto de producción industrial más bien conocido como impresión 3D, donde se pueden producir formas geométricas personalizadas en función de las necesidades de cada sector.
Robots que realizan todas las operaciones, desde la manipulación hasta el control de calidad, algoritmos que crean las mejores geometrías, impresoras 3D de calidad industrial que producen todo tipo de piezas independientemente de su tamaño, complejidad y materiales: todos los bloques están ya ahí para que las empresas construyan su fábrica del futuro. Los retos impuestos por la COVID-19 y su impacto en la mano de obra son incentivos adicionales para realizar este cambio tecnológico e innovador. De un modo u otro, cuanto más tomen la delantera las empresas, más valdrá la pena invertir en sus ganancias de productividad y competitividad.